Ser una criatura de la noche

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Nunca leas la entrada de Wikipedia sobre tu banda favorita de los 80.

Puede que te enteres de cosas terribles.

Por ejemplo, que Criaturas de la noche de Kiss, uno de mis albums favoritos de la infancia, fue básicamente un fiasco total.

Recuerdo el escalofrío que me recorrió la espalda cuando a mis tiernos nueve años vi la carátula del disco por primera vez.

Peter Criss, El hombre gato, se había cambiado el maquillaje: ahora era más estilizado, más aerodinámico, más moderno.

Puede que pintarse la cara como el gato Silvestre hubiese sido adecuado para los 70. Pero la banda de rock más grande de la historia no podía sino tener la capacidad visionaria para adaptarse a las tendencias de lo que ya era un siglo XX casi casi terminado.

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Y lo que auguraba ese cambio ominoso de maquillaje se cumplió a cabalidad cuando escuché el álbum.

Recuerdo mi mano temblorosa colocando la aguja del tocadiscos sobre el vinil.

Recuerdo el riff estruendoso del primer tema.

Era un álbum muy pesado, oscuro, denso.

Otro escalofrío me dio a entender lo que auguraba ese cambio de maquillaje del hombre gato: Kiss se adaptaba a los tiempos modernos volviendo a sus raíces.

Volvían a ser heavy.

Vovlían al rock de verdad.

Yeah.

Pero la maldita Wikipedia se empeña en contradecir lo que en su momento me pareció una de las revelaciones musicales más contundentes que jamás hubiese podido tener un chico de segundo grado.

Parece que aunque es verdad que el álbum volvía al rock duro más setentoso que caracterizó a la banda en sus inicios, la movida fue más bien un intento desesperado de recuperar parte de la fanaticada que había perdido con los últimos tres álbumes.

Tres álbumes comercialmente exitosos pero impregnados de una onda pop que alienó por completo a los rockeros más puristas que apoyaron a la banda en sus comienzos.

Se habían prostituido de tal manera que el gutiarrista de la banda, Ace Frehley, el legendario Rayo del espacio, no pudo manejarlo.

Fue cayendo en el alcoholismo al punto de que aunque apareció en la carátula de Criaturas de la noche, no tocó en ninguna de las canciones del álbum.

Su estado era tan patético que llegó a cometer cagadas tan magistrales como no saberse la letra de las canciones cuando la banda hacía los playbacks de las promociones televisadas del álbum.

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No duró mucho tiempo más en la banda.

El Hombre gato tampoco, a pesar de todo lo que auguraba su visionario cambio de maquillaje.

(Criss volvió a la banda muchos años más tarde durante uno de esos relanzamientos morbosos que tantas bandas de rock intentaron alguna vez, pero volvió a salir en 2000 cuando, de nuevo según la despiadada Wikipedia, descargó su frustración existencial destruyendo a golpes una batería durante un concierto, ante una multitud de fans ya bastante viejos y que, para colmo del bizarro, creyeron que el ataque psicótico era parte del show).

Pero a pesar de todo, Kiss sigue inspirándome.

Hoy me levanté de la cama a las tres y media de la madrugada con el llanto de mi hija, tal como lo he estado haciendo durante el último mes y medio desde que nació.

Y mientras la consolaba y su madre se preparaba para amamantarla, por alguna razón recordé la carátula de Criaturas de la noche.

Y se me ocurrió que ahora que mi hija prácticamente me lo exige, éste es el mejor momento para experimentar con el sueño polifásico, lo cual he querido hacer desde hace bastante.

(También pensé que llegará el día en que tenga que explicarle que en algún momento de la historia del mundo los chicos de nueve años -y otros bastante mayorsitos- llegaban al clímax de la euforia cuando el bajista de una banda de tipos con la cara pintorreteada y mucho pelo en pecho se ponía a escupir pintura roja por la boca como si tuviese una úlcera sangrante.)

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El sueño polifásico es la práctica de dormir múltiples veces en un período de 24 horas, en lugar de dos ves al día (sueño bifásico), o una vez al día (sueño monofásico).

Muchos practicantes del sueño polifásico dicen haber logrado, después de un período de adaptación más o menos incómodo, reducir considerablemente el tiempo total de sueño diario sin perder energía física ni mental.

Mi primera referencia sobre el tema fue el experimento de Steve Pavlina por allá por el 2006, durante el cual durmió 20 minutos cada cuatro horas durante cinco meses y medio, aparentemente con muy buenos resultados.

Por otro lado, la entrada de Wikipedia sobre sueño polifásico (mejor leer Wikipedia para estas cosas que para destruir los sueños rockanroleros de nuestra infancia) nos dice que aunque se ha dicho que Leonardo Da Vinci, Napoleón y Nikola Tesla practicaban el sueño polifásico, parece que hay más mito que realidad en esa idea.

Pero ya hablaremos de la teoría y los casos de estudio en entradas posteriores.

De momento solo quería transmitirles mi inspiración.

Ya habrá tiempo para la acción.

Lo que me atrae de la idea es aprovechar al máximo el silencio y frescura mental de la noche para dedicarla a escribir, meditar, y a esas cosas que, de momento, el caos de mis días me está dificulatndo hacer a la luz del sol.

Para mi, de lo que se trata, es de aprender a ser una criatura de la noche.

3 pensamientos sobre “Ser una criatura de la noche”

  1. La nena está preciosa, el sueño polifásico me asusta sólo de pensarlo, pero seguro que le consigues sacar provecho a los despertares 😀 muchos besos!!!!

  2. Esos sueños polifasicos son parte de la vida pero la vida es sueño y los sueños sueños son como decía Calderon de La Barca luego los recordaras con placer

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